16 de julio de 2009

Decadencia programada /parte 4

 

1196544792_f Ya ha amanecido y extrañamente está lloviendo, no me gustan las lloviznas en primavera, apenas acabas de salir de un crudo invierno y mientras disfrutas del comienzo del buen tiempo algo lo echa a perder -es detestable-.

—¡¡CIELOS!!— en ese momento no había notado que Isa se había quedado a dormir al lado de mi cama, pensar que nunca le había dicho que la quiero, ni siquiera una demostración de cariño, tampoco de afecto.

— Lo siento Isa, pero debes saber que yo no soy así, yo no acostumbro a demostrar afecto hacia las personas, no nos criaron así, tu fuiste la única con ese don.Ya estaba despertando, y me hice la dormida para no tener que decir algo. Sin haberlo previsto me dormí de verdad y creo que ella me dijo algo.

——Querida hermana, no sabes cuanta pena me da verte tendida en esa cama sin poder moverte, sin poder verte caminar por la casa como siempre, con esa mirada ausente, exenta de emoción, con el perfume a rosas que te caracteriza. No te imaginas cuantas veces he tratado de acercarme más a ti, poder conocer lo que pasa por tu mente, aunque tal vez esté pidiendo demasiado y tu estés bien así, quizás yo no soy importante para ti. Catherine, no sabes todo lo que te quiero.

Ahora que acaricio tu cabello mientras duermes, recuerdo los felices días cuando éramos unas niñas, tu tenías 12 años, fue antes de la tragedia que no me gusta recordar. Mamá solía peinarme todas las mañanas y después de que terminaba seguía contigo, tú odiabas ese momento, cuando por costumbre más que por accidente sentías tirones, uno tras otro. Recuerdo que mamá casi mata a la sirvienta, cuando con una de sus recetas caseras que usó para lavarte el cabello oscureció el hermoso tono rubio que tenias desde nacer.

Que buenos tiempos cuando me dejabas en la escuela y tu ibas supuestamente a la tuya, y en cambio te juntabas a escondidas de mamá con tu novio Roberto, que a ella no le gustaba por su pelo largo, y sin que me lo pidieras, yo era tu cómplice. O aquella vez en la que me obligaste a mentir para ir a una fiesta con Ángela en las afueras de la ciudad, nunca me agradó tu amiga, su rostro siempre aparentaba que ocultaba algún plan malévolo para apoderarse del mundo, sé que pudo ser una apreciación ridícula, pero yo tenía tan solo siete años. Bueno, es hora de que me vaya, debo prepararle el desayuno a mamá y soportar que piense que soy la sirvienta y que me regañe si le falta azúcar al té, o si quería tostadas en lugar de galletas.

Es lo que me ha tocado vivir por el error que cometí a los cuatro años, error que recuerdo todas las noches antes de dormir y mi peor pesadilla hecha realidad.

ir a parte 1

No hay comentarios: