Noche de estudio

Son las 2 a.m. y tengo antojos de ti, trato de estudiar para mañana, pero las letras del libro se desdibujan para dar paso al antojo de tu piel y a mi capricho por tu espalda. Dos y diez minutos y me acosa el deseo de escuchar tu respiración agitada en mi oído y me aturde imaginar como tu cuerpo le da sentido a mis manos, más bien, a mi mano… mis dedos. Dos y media, bebo leche con chocolate, pienso en el sabor de tu piel, puede que tenga distintos sabores, me imagino probando cada rincón, cada zona de aparente divinidad que esconde un secreto por cada beso que le infrinjo. Dos y cincuenta. Me muerdo el labio odiándolos por no estar donde deben, entre el límite de tus labios y un gemido, deseando ser el sabor de tu boca y que me llenes toda… con tu aroma. “Soy la primera”, el morbo se apodera de mi mente por un segundo, el deseo de escribir la historia en tu cuerpo se me hace irresistible. La imaginación me domina y me siento en un estado febril, tal vez sean mis dedos derritiéndose dentro de ti. El sonido del teléfono me despierta de mi trance seductivo: mi hermana no llegará a dormir, la noche es toda nuestra y no pondré límites a mi imaginación. Vuelvo a nuestra noche de ensueño, ya estas dentro de mí, fracaso en el intento de controlar mis movimientos, me rindo ante el deseo de romper el silencio con pequeños gritos ahogados. Palabras, sentimientos, pensamientos, todo se trastorna en mi mente. Movimientos repetitivos, rápido…lento…rápido, siento que me sujetas el alma, te digo al oído –no me dejes ir!- supongo que puedes interpretarlo como –no dejes que me “vaya”- ambos sentidos expresan lo que siento. El orgasmo llega, me muestro y me siento frágil ante tu mirada, no sabes lo bien que se siente.

Cinco de la madrugada, has boicoteado mi noche de estudio. Gracias.