3 de julio de 2009
Me han condenado por amar(te)
por amar demasiado, por amar la lujuria (dicen los que me apuntan) por amar lo que es pecado, lo no debido, por amar a alguien con un cuerpo igual al mio.
Pisé y me undí, me levanté y resbalé pero no me canso, no desisto, no doy pie atras en esto en lo que me he embarcado.
Para mí son otros tiempos, he dejado de usar mis ojos, he dejado de mirar y a cambio de ello, he comenzado a sentir con cada centimetro de mi piel.
Yo no elijo quién,
solo me dejo llevar...
me dejo llevar por el aroma de su piel, por los gritos de su cuerpo, por su silueta, por la forma en la que sus ojos miran y descubren su alrededor. Me dejo llevar si sus manos saben acariciar, si pueden leer lo que mi piel susurra, si con su tacto logra codificar las letras que mis poros forman al momento de ser tocados.
No me importa quién,
no me importa cómo,
solo me importa que sepa tararear mi compás, la melodía que emigra desde mi corazón cuando late fuerte, muy fuerte
(y esque eso, significa mucho, no pasa solo porque si, el corazón nos habla... y cuando lo hace, puede llegar a ser espelusnante si lo logras comprender)
Me importa que cante conmigo una melodia sin partituras ni guitarras, silenciosa, sigilosa, que en una habitación a oscuras y desnuda, puede sonar mas fuerte que mil guitarras juntas y capaz de estremecer tu cuerpo hasta rebentarlo de deseo, hasta perder el aliento, hasta temblar.
Si lo logras escuchar puede atraparte, puede hacerte capaz de amar lo indebido (eso por lo que nos condenan) puedes amar a alguién con un cuerpo igual al tuyo y no hay nada de malo en ello, es algo que viene del corazón
(ellos no lo entienden)
es una canción que no comprende, ni el mismo Dios.
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1 comentario:
no conosia esa parte tuya
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